sábado, 11 de enero de 2014

La tragedia es un ave migratoria

Me ha parecido escuchar innumerables veces el ir y venir del aire, fenómeno llamado por algunos "viento", por otros "obra de dios, o los dioses".
Me ha parecido escuchar innumerables veces el cuidado que debemos tener con los pequeños, con su piernecitas y bracitos frágiles. Sus boquitas de algodón y corazones de arándano. Y me ha parecido que el terreno mas puro está ahí, en ellos. No entre ni cercano a ellos, sino en ellos, en sus pancitas de caramelo, y sus tobillos de acero.
He visto en las noticias como las pútridas autoridades piden ser precavidos con las marejadas. No quieren muertos que no hayan muerto a causa de ellos.
He observado las manías propias de mi carne, desde una taburete externo, bien alejado de lo que llaman alma.
He observado, olido, sentido, saboreado tantas cosas, y aun tengo un vació por llenar en mi caja torácica.
He creado historias épicas, las cuales nunca fueron mas allá del prado de Morfeo.
He presentido la venida de tragedias que jamás llegaron, y he anhelado futuros mejores que también se ausentaron.
Me he preparados para sorpresas creadas en mi mas pura fantasía, y he escrito discursos para ganar guerras que no pelearé.
He creído y no creído en dios, y he decidido darme por vencida en la búsqueda de lo divino.
Divina me parece la vida y su naturaleza, sus mitos y leyendas, sus flores violetas, y los arreboles de las tardes invernales.
Divina parece mi vida de amante y compañera, de futura madre.
He estado aquí, sin más ni menos, con una tonelada de palabras en el pescuezo, y una vez más no he logrado llegar a ninguna conclusión. Solo me he reafirmado en la convicción de la inexistencia de los absolutos y sus mala intenciones.

                               

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