martes, 14 de enero de 2014

http://www.youtube.com/watch?v=oHTFmJk7fH0

No me avergüenza hablar de esto, porque gran parte de lo que percibo hoy se lo debo a lo que alguna vez fui.
El mundo no entiende la forma en que te marca una larga depresión. Determina tantas actitudes en ti.
La soledad no te parece tan mala, hasta es agradable cuando no gustas por mucho tiempo de la compañía de las personas.
Pareces ser antisocial, pero la verdad es... años de perder el habla te deja inmóvil cuando se trata de sociabilizar.
Ya no aprendiste y estás algo cansado para empezar de cero como los niños (como admiro y envidio a los niños).
Disfruto de tiempos cortos de compañía, porque me sofoco con facilidad.
Si esa compañía es constante en el tiempo puedo permanecer en ella sin morir en el intento.
Me encanto de a poco y lentamente. Muy bien  lo saben mis 3 únicas amigas, esas de verdad. Con cada una me he tenido que drenar. Logré superar fobias, la fobia a las fobias.
Este dislocamiento con la realidad es algo que siempre tuve (creo que por eso me gustan los gatos), la razón por la que abrazaba árboles de niña, y hablaba con la aves o el viento. La razón de sentirse de una realidad más allá de esta, pero no menos ajena.
Este temor a ser amante y parte de la vida, fue un paquete que no pedí, pero que llegó, y que no acepta devoluciones.
Añoro ser madre porque será el momento en que la vida me devuelva la infancia que no alcancé a conocer por completo, y aunque no será para mí, seré la responsable de cuidarla hasta que mi niña crezca.

     

     

    

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