lunes, 6 de enero de 2014

Hay tantos seres viviendo en el agua, tantos bichitos.

Los rostros que se definen con esmero en su total y perdida locura, aquella locura que el dios no sabe controlar porque su hijo murió a causa de él.
Si ese dios no sabe manejar sus culpas, ¿podemos nosotros, los espíritus inferiores?
No podemos manejar el instinto suicida, el instinto de vida, el instinto de poseer instintos, no podemos manejar la vida, y menos sabemos llegar a la muerte íntegros.
Debe abrirse la carne de los brazos, la del cuello, salir la lengua de asfixia, voltearse los ojos de estupor, y debe parar el tiempo a nuestro favor para vanagloriar el milagro de la vida, la concepción hecha reloj.
Esperamos el ángel de la guardia que nos venga a tender la mano. Nunca viene. Vamos por él. No está. Nos lanzamos al vacío en busca de un país de nunca jamás, y encontrar le media naranja que me prometió la verdulería del señor.
No quisiéramos parecer suicidas, mucho menos espíritus débiles, menos cadáveres vivientes. Solo estamos en busca de la felicidad absoluta, guiados por la ambición propia del ser humano.
Buscamos en los rostros de todas las razas algún parentesco común, ¿y que encontramos? Las mismas ansias de poder volar y ser el ave fénix que nos prometieron llegar a ser.
En esa ruleta rusa de esperanzas y desavenencias, somos el destino que jamás quisimos ser, con nuestro cargamento de historicidad, que llevamos como viejo lastre atrás de los dientes, sin poder decir una palabra de cierto pasajes.
Hemos conocido uno que otro Sauce llorón, y vale la pena conocerlo, porque lloramos junto él, sin prejuicios ni reproches, lloramos felices de llorar.
La parte mas difícil de la vida es enfrentarse a la vida misma, al vida fuerte sin diátesis mórbida, la vida como tal, la vida vívida y real, tan tangible como nuestros sueños durante la noche.
Esta parte se me hace tan difícil...
...querido gran fénix, gracias por haber puesto una de tus plumas en mi té, ahora todo es tan violeta, y con cada segundo que pasa por mi piel y sus progresivas marcas de la edad, me acerco más y más a ti, y alivianas mi cargamento de historicidad.

           

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